El pequeño ejército del Viaducto Belenes

 

Junto con la apertura del Viaducto Belenes llegó un pequeño ejército. Sus siete integrantes, casi todos iguales, se encuentran en la plazoleta que permite el cruce de los peatones. Hechos de concreto, cada uno pesa más de 500 kilos. Son de color blanco y llevan puestas chamarras con capucha, botas y mochila. Pero su arma más poderosa es un símbolo de pausa que algunos tienen a manera de rostro y otros sobre la ropa.

 

La misión de este ejército es la recuperación de un espacio digno para el que va a pie. Para el transeúnte. Pues además de ser un homenaje al peatón, la idea de colocar esta escultura en un lugar donde es común el estruendo de los cláxones, es que se triunfe sobre la “carrera que traemos todo el mundo al vivir en una ciudad tan transitada y siempre tan acelerada”, explica la autora de esta obra, Sofía Crimen. Justamente por eso llevan consigo símbolos de pausa: para servir como un respiro, como un descanso al paso de las personas que caminen por ahí, que en su mayoría son estudiantes.

 

Y es que a diario son cientos los estudiantes que cruzan por la plazoleta, debido a su cercanía con el CUCEA, la Preparatoria No.10, la Escuela Politécnica Ing. Jorge Matute Remus, el CUCSH Campus Belenes y la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco. Por eso es que los integrantes del pequeño ejército llevan mochilas. “Tiene que ver con el espacio, estamos entre edificios súper importantes que tienen que ver con el estudio”, menciona Crimen.  

 

Pero, ¿por qué son color blanco? “Son blancas porque ya estamos tan invadidos de información que preferí dejarlas más sobrias”, argumenta la artista jalisciense. Y platica que algunos le han preguntado si la ausencia de colores es para que las puedan “intervenir” los alumnos. A lo que ella, creyente de que una vez entregada la escultura deja de pertenecerle a su autor para convertirse en propiedad de la gente, responde que “si ellos las quieren dejar pulcras, qué chido. Si las van a  intervenir, adelante. Si alguien le echa un garabato ahí es algo que no se puede evitar”.

 

Aunque menciona que después le gustaría hacer “un juego” en el que sea ella quien pueda intervenir de alguna manera.

 

¿Y cómo llegaron ahí? En realidad, las siete piezas de esta obra se hicieron a metros de donde se colocaron, en un retorno de automóviles que se estaba utilizando para cruce peatonal. Ahí, Crimen hizo el modelo en plastilina, de donde se sacó un molde de fibra de vidrio, silicón y caucho, para después hacer una estructura metálica que sirvió como base para cimbrar la mezcla “a mano y a baldazos” que se dejó reposar un día para que fraguara. Luego se movieron con una grúa. Procedimiento que duró alrededor de dos meses y medio.

 

Crimen confiesa que le hubiera gustado que el pequeño ejército contara con más integrantes, lo que no fue posible por cuestiones de tiempo. Por lo que decidió que fueran siete, ya que “el siete es un número de la reflexión”.

 

 

Por Dora Solís
Fotografía: Luis Cortes/ Difusion CUCEA